Guadalupe Loaeza / Un recado para Felipe
Un recado para Felipe
C. Felipe Calderón Hinojosa
Presente.
Me permito, Felipe, enviarte este recado urgente. Como millones de mexicanas y mexicanos, me encuentro sumamente preocupada por mi país. No hay duda de que a partir del 2 de julio, México se partió en dos. Una mitad ve a la derecha y la otra, hacia la izquierda. Aunque la primera dice que ya ganó las pasadas elecciones presidenciales; la segunda, con la que me identifico plenamente desde hace muchos años, jura y perjura que no fue así. ¿Por qué? Porque todavía el proceso electoral no ha terminado. Falta lo más importante, su fase jurisdiccional, es decir la decisión que tome el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Como sabes, ésta será la última instancia que determinará quién ganó, una vez que se revisen las inconformidades e inconsistencias impugnadas por cualquiera de los cinco partidos, la Presidencia de la República. Éste es un proceso totalmente legal. Fue precisamente el Trife el que calificó la elección del 2000. Y para este anuncio, Felipe, falta hasta el 6 de septiembre. A pesar de que tú obtuviste más votos en el recuento del IFE, la moneda sigue en el aire.
Sí, ya sé que pensarás que estoy hablando por la herida. Pero créeme que no es así. Lo que sucede, Felipe, es que hay más de 14 millones de ciudadanas y ciudadanos que votamos por Andrés Manuel López Obrador y que de alguna manera nos sentimos despojados de ese voto que hicimos con tanta convicción. Por eso nos urge que se cuente voto por voto y se revise casilla por casilla. Sinceramente, creo que no hay otra solución. De lo contrario, jamás podría haber certeza de los pasados comicios y jamás se nos quitará de la cabeza que nos despojaron de ese voto. De nuestro voto amarillo. Ese voto que tanto tiempo atesoramos para terminar poniéndolo, el domingo 2 de julio, en la urna correspondiente como si se hubiera tratado de un verdadero acto de fe. Ése fue mi caso, como seguramente lo fue para los más de 14 millones que votaron por la coalición Por el Bien de Todos. Sí, estoy segura que así fue. ¿Qué por qué lo sé? Déjame y te cuento. El sábado pasado estuve en el Zócalo. Fue allí en donde me identifiqué con más de 300 mil personas que exigían con toda su vehemencia que se contara voto por voto, urna por urna. Fue allí donde me di cuenta de la profunda decepción de todas esas ciudadanas y ciudadanos. Desde el templete en donde me encontraba, pude escuchar sus gritos, mirar sus rostros y percibir un sentimiento de absoluta orfandad. Como yo, ellas y ellos tampoco tenían la más mínima idea de qué había pasado con nuestro voto. No teníamos idea si había sido efectivamente guardado, pero sobre todo contado para sumarlo con lo otros en el acta correspondiente. Lo peor de todo fue cuando escuchamos, a lo largo y ancho de toda la plancha, la grabación de la maestra Elba Esther hablando con el gobernador de Tamaulipas. Qué feo sentí. Qué vergüenza y qué rabia me dio corroborar que un partido como el PAN recurriera a los mismos métodos que solían utilizar los priistas. Y entonces me acordé que en ese mismo Zócalo, nada más que en 1988, también nos habíamos sentido despojados de nuestros votos. Era la misma indignación, rabia y orfandad que había sentido hace 18 años. Por eso, Felipe, pienso que hoy más que nunca resulta indispensable que se abran los paquetes electorales. Porque como bien dice Carlos Monsiváis: "Limpiar la elección (no anularla), contar voto por voto, casilla por casilla y cumplir con lo establecido por el artículo 41 constitucional, es lo que se demanda. Hacerlo es muy complicado, sin duda, pero más lo sería un sexenio marcado cotidianamente por la duda, algo que obstaculizará a fondo la unidad necesaria de la nación. 1988 no ocurrió en vano porque, como se quiera, Carlos Salinas de Gortari, en una sociedad mucho menos crítica que la actual, no remontó nunca el cargo de 'usurpador' que volvió con fuerza en 1994. No comparo, ejemplifico".
No, Felipe, ojalá que nunca de los nuncas te conviertas en ese "usurpador" que tanto detestamos y cuyo estigma jamás se le quitará. Es evidente que abriendo los paquetes y si efectivamente los resultados te favorecen, llegarás a la Presidencia con más credibilidad y con un triunfo legítimo. No hace muchos días se publicó en el diario El País una fotografía que me llamó particularmente la atención, era el cartel de un ciudadano que estaba entre un grupo de personas que se encontraban haciendo un plantón frente al IFE: "¡Cuenten bien los votos jijos de la chingada!", decía. No es difícil advertir que detrás de esta frase se refleja el estado de ira en el que se encuentran muchos mexicanos. Imagínate lo que pasaría si el Trife se negara a contar estos votos. Ese "¡jijos de la chingada!" ya no sería por escrito, sino que saldría de la boca de millones de ciudadanos que todavía hoy no creen que su voto fue respetado. No, Felipe, no resulta tan difícil contar todos. Ayer me pasé toda la tarde haciendo cuentas. Mira, Felipe, si son 300 distritos y hay 50 mil impugnaciones por parte del PRD, le tocarían 166 paquetes a cada consejo distrital. Y si se revisaran 12 paquetes al día, exactamente en dos semanas, se habrá revisado la totalidad. No pueden decir que no a menos que haya algo realmente que esconder. No te olvides, Felipe, que en el Código Electoral el artículo 247 no establece limitación alguna para abrir los paquetes electorales. Por el contrario, establece la obligación de abrirlos en un mínimo de tres casos: cuando los resultados de las actas no coinciden, cuando hay alteraciones de las actas o cuando éstas no existen.
Y por último, Felipe, deseo que la duda no afecte tu futuro ni proyecte su sombra sobre la democracia.
Atentamente, Guadalupe.
Con copia: al pueblo de México.