José Agustín Ortiz Pinchetti
La fragua
Un político de larga carrera, muy crítico de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), me reconocía el otro día: "lo que han vivido ustedes con Andrés Manuel es una verdadera epopeya". Tiene razón: la cadena de batallas libradas en contra de la alianza de Fox con el PAN, el Yunque y los grupos oligárquicos es una hazaña. Los investigadores del futuro y los literatos, cineastas y cronistas celebrarán en ella el despertar político del pueblo de México.
Socorro Díaz inicia esta épica con La fragua, de próxima publicación. Ha recuperado los episodios, ambientes y perfiles de personajes que constituyeron la terrible y magnífica experiencia de la lucha por la democracia, encabezada por AMLO, quien aparece como es: un líder astuto, de rectitud impecable y siempre sorprendente: "el político previsible es un pobre político". Dotado de gran disciplina, laboriosidad casi sobrehumana y un espléndido sentido del humor. Sin parecido a Hugo Chávez o al del mesías tropical que la reacción ha inventado.
Pero el mayor protagonista de esta crónica es la gente. Los que participamos en las concentraciones, los del plantón, los que llenaron las plazas y las calles en la campaña. Una sociedad política nueva que se moviliza. Hombres y mujeres que inventaron formas de lucha y de expresión política, indomables y disciplinados; dispuestos al sacrificio, pero autocontenidos: ni suscitaron la violencia ni la atrajeron.
Socorro, con gran honestidad, presenta las pruebas del fraude, analiza los aspectos oscuros de nuestro lado: el desorden, la falla de los equipos, los errores estratégicos. Hace verdaderas revelaciones respecto de muchos personajes y episodios ocultos al público. Describe cómo se improvisa cuando hay escasez radical de recursos y recuerda "en la política, lo más barato es lo que cuesta dinero".
Pero, ¿por qué le llama La fragua? Porque este movimiento no es un episodio terminal, sino el crisol de uno nuevo, mucho más poderoso. A pesar de las desventajas, abusos y fraudes, la gente llegó a estar a unos centímetros del triunfo. Pero su repliegue no es el de la derrota, sino un proceso de reorganización, cuyos efectos empezarán a notarse este mismo año.
PD. Dos amigos constitucionalistas, Elizur Arteaga y Arnaldo Córdova (a quien mando un abrazo), me dicen, y con razón, que Nicolás Maquiavelo es el padre de la ciencia política. Despojó al análisis del poder de las ilusiones y lo presentó cual es. No fue consejero de tiranos, sino un precursor heroico de la modernidad republicana. Así lo expresé al iniciar esta serie. Para que no haya confusión he modificado el título de la columna. No estoy en contra de Maquiavelo, sino del tipo de política que vulgarmente se designa como maquiavélica, caracterizada por su felonía, traición y podredumbre: la que predomina hoy en México. Vale.