Francisco Martín Moreno.
Autor de México ante Dios
Protagonistas activos de la vida política, social y económica del México del siglo XIX, los obispos y sacerdotes recurrieron a todo para sostener su gigantesco imperio inmobiliario y financiero. En una novela, el autor los saca de sus sombras.
En México ante Dios (Alfaguara), su nueva novela, Francisco Martín Moreno ofrece una perspectiva poco conocida de la historia del siglo XIX mexicano: la de los poderosos hombres del alto clero católico. Es muy duro con ellos. “Juárez tendría que haberlos pasado por las armas”, dice con firmeza histórica en esta entrevista.
Uno de tus personajes dice que el clero debería indemnizar a México por los daños causados a lo largo de la historia. ¿Tan graves son?
Gravísimos. Han estado eternamente vinculados a los dictadores. El clero inventa a Iturbide, apoya a Santa Anna, a Paredes y Arrillaga; a Zuloaga, a Miramón, a Porfirio Díaz. Está con Huerta y luego con el PRI durante 70 años. La Iglesia católica se opuso a la Constitución de 1824, la derogan y derrocan al presidente Valentín Gómez Farías. Después derogan la Constitución de 1857, derrocan al presidente Ignacio Comonfort y conducen al país a la Guerra de Reforma. Se oponen también a la Constitución de 1917, y casi nos llevan a otra revolución con la Guerra de los Cristeros. La Iglesia ha desestabilizado al país en todos los órdenes durante los 200 años que llevamos de vida independiente y no podemos permitirle que dé un paso más. Lo que tenemos que hacer es recluir de nuevo a los religiosos en la sacristía.
Los protagonistas de tu novela no son conocidos. ¿Por qué no aparecen en los libros de historia?
No es casualidad. La Iglesia busca tener una imagen pública inmaculada. No quieren que se sepa que financiaron guerras para seguir acaparando toda la riqueza de la nación. No perdamos de vista que en el siglo XIX, la Iglesia católica tenía 65 por ciento del patrimonio inmobiliario del país. Tenía cárceles clandestinas, salones inmensos de tortura, policía secreta. Y cobraba impuestos. Pero no pueden admitirlo públicamente. ¿Por qué no se conocen los nombres de Pelagio Antonio Labastida y Dávalos, de Francisco Javier Miranda y Morfi, de Clemente de Jesús Munguía, de Francisco Pablo Vázquez Vizcaíno, de Matías Monteagudo? Porque no se quiere involucrar a la Iglesia en la política ni con los militares, el otro gran agente desestabilizador del México del siglo XIX.
Dices que los sacerdotes compraban con dinero a las fuerzas armadas y que los militares se vendían al mejor postor.
En todos los movimientos subversivos militares del siglo XIX, el clero estuvo involucrado con el Ejército, para acabar con el poder civil. El Ejército era la otra pata de la pinza con la que sujetaban al país. Una pata era el miedo a la excomunión, al castigo, al infierno, a que no te dieran el perdón, y la otra, el Ejército. Control espiritual y militar.
¿Qué personaje te llama más la atención?
Francisco Javier Miranda y Morfi. Es un personaje casi desconocido, pero que fue prácticamente Presidente de México durante tres años. Fue ministro de Zuloaga, después de haberlo impuesto él mismo, y lo manejaba a su antojo. Trajo a Santa Anna de regreso. Fue uno de los hombres más importantes antes y durante la Guerra de Reforma. Trajo a Maximiliano. Lo expulsaban del país, y reaparecía disfrazado de ranchero o de minero o de arriero o de prostituta. Siempre estaba intrigando. Era un hombre muy culto. Escribía muy bien y tenía un verbo increíble, con el que seducía a todo el mundo. Particularmente a las mujeres creyentes. Tan es así que es él quien convence a la madre del presidente Comonfort que le ordene a su hijo dar un autogolpe de Estado.
¡Qué escena esa! Comonfort de rodillas ante su madre, pidiéndole perdón por haber firmado la Constitución del 57
.Jurándole que va a dar un golpe de Estado sin jamás imaginar que el que estaba detrás de todo era el padre Miranda, que conocía cada momento de la vida del Presidente a través de la confesión de su madre. Valdría la pena poner una lupa en la vida de este sacerdote.
Juárez acaba siendo generoso con el clero tras ganar la Guerra de Reforma. No los ejecuta, como pedía la gente, sólo los destierra. ¿No es contradictorio?
El país estaba agotado luego de tres años de guerra y Juárez ya no quiso echarle más leña al fuego. Debe haber pensado: “Vamos a expulsarlos y se acabó”.
Pero no se acabó. Les mataron a varios de sus más cercanos colaboradores.
A Melchor Ocampo, a Santos Degollado, a Leandro Valle….
¿Fue ingenuo Juárez?
Puede que en eso haya sido iluso. Juárez tendría que haberlos pasado por las armas.
¿Qué tan poderoso sigue siendo el clero mexicano en el siglo XXI?
Mucho. Siguen influyendo de manera importante en la vida de México. Se han opuesto a que se discuta el proyecto del aborto, a la píldora anticonceptiva, al uso del condón, a la eutanasia, a la píldora del día siguiente. Es más, te diría que, en buena parte, el hecho de que este gobierno no haya ratificado al secretario Julio Frenk fue por esta razón. Y lo que más me agobia es que he venido escuchando que quieren modificar el artículo 24 de la Constitución. Quieren cambiar el concepto de libertad de cultos por el de libertad religiosa.
¿Qué implicaría ese cambio?
Que sería la puerta de entrada para poder impartir religión católica en las escuelas oficiales. Y es ahí donde todos los que conocemos la historia de México tenemos que oponernos. Como decía Benito Juárez: “La reacción nunca duerme”.Los púlpitos siguen usándose como tribuna política en México.Porque quieren hacerse nuevamente del poder. Y no sólo se meten en política y chantajean a un Presidente para que no pueda nombrar a un secretario de Estado, no solamente quieren intervenir en la educación oficial, sino que quieren ahora un canal de televisión que abarque todo el país. No podemos permitirlo. ¡Pensar que Jesús expulsó del templo a los fariseos y a los mercaderes!
¿Qué pensaría de un obispo que juega golf?
Imagínate. Que juega golf y que usa relojes con los que se podrían construir diez escuelas. Que tienen camionetas de lujo con guaruras. Y que además se visten con sedas y oro y tienen una cruz pectoral con brillantes y esmeraldas, cuando Jesús predicó toda su doctrina con unas sandalias y una túnica.
Y a todo eso se suman los escándalos de abuso sexual.
Claro, porque están mal desde sus cimientos. No se puede ir contra la naturaleza humana. Pero además, el voto de castidad no tiene nada que ver con el pecado original. Implica simplemente la preservación del patrimonio de la Iglesia. Porque si los sacerdotes pudieran tener familia, los bienes los heredarían a sus hijos y la Iglesia dejaría de ser propietaria.
¿Cómo va a reaccionar la Iglesia con tu novela?
Supongo que recibiré ataques. Críticas anónimas, porque la Iglesia avienta la piedra y esconde la mano. Van a tratar de chantajear a los medios para que no se le dé difusión al libro. Intentarán que se le esconda en las librerías. De hecho, esto ya lo empecé a ver. Pero tienen una desventaja enorme conmigo, y es que todo lo que yo digo en el libro, lo puedo demostrar.
Entrevista por Marisa Iglesias